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No era una tarea especialmente difícil de alcanzar, pero el esperado nuevo disco de Antony Hegarty y su grupo supera con holgura su precedente The Crying Light, una obra que había conducido casi a la sima comunicativa a su autor. Con notable apoyatura orquestal, el inconfundible líder de uno de los fenómenos más incónicos de la música del cambio de milenio se acerca a temáticas bastante comunes entre los simples mortales como pueden ser la familia, las relaciones interpersonales o !qué bonito es el amor!.
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Con ello puede deducirse que la música contenida en Swanlights es bastante más esotérica, y también más reposada, que la paladeada en anteriores obras, como que también ofrece variadas muestras de su inspiración compositiva, ya sea en la espléndida The great white ocean o en la pequeña miniatura de múltiples matices como The spirit was gone. Hay una cierta desunión entre las composiciones, falta una columna vertebral sonora que perjudica sutilmente a la bra en su conjunto, al convertirla más en una colección de canciones que en un opus orgánico.Y como en todo menú degustación, hay algunos platillos que son insuperables por sí mismos: su magnífico empleo de la voz como un instrumento más o su gusto por lo abstracto en cortes como un Fletta cantando en islandés junto a Björk.
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En fin, Swanlights puede no entusiasmar a los que se quedaron con I am a bird now, pero sigue planeando un espíritu valiente y experimentador.
Esteban Linés
La Vanguardia, 07/11/10
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Pos ja esta be!!! N'hi ha per tots els gustos!!
ResponEliminaCertament, Nur!
ResponEliminaa mi la paraula 'esotèric' aplicada a l'Antony m'ha agradat ... i més en aquest darrer treball!!