La cadena se avergonzaba de sí misma. "Vaya, pensaba, todos me eluden y tienen razón: la gente ama la libertad y odia las cadenas".
Pasó por allí un hombre, cogió la cadena, subió a un árbol, ató los dos extremos a una sólida rama e hizo un columpio.
Ahora la cadena sirva para hacer volar por los aires a los hijos de ese hombre, y está muy contenta.
Gianni Rodari del conte Uno para cada mes
inclòs a Cuentos escritos a máquina (1973)
És que no hi ha res que sigui bo, o dolent per naturalesa. Tot depèn de l'ús que se li dóna. No sé si això passa amb les persones també...
ResponEliminaRotundament, SI, també passa amb les persones ... n'estic convençut!
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