La prestigiosa firma italiana Gucci ha lanzado la mercado un nuevo modelo de zapatillas deportivas. Cuestan 700 euros, una cifra lógica dado el prestigio de la marca, y su característica es que parecen viejas y sucias. Como esas que tienes en el armario zapatero y que cada tanto, cuando las ves, hacen que te plantees si ya ha llegado el momento de tirarlas. Pero éstas no son para tirarlas, porque -caso de haberlas comprado- lo último que harías sería deshacerte de ellas porque precisamente para tenerlas has apoquinado 700 euros.
El modelo se llama Screener. La piel está desgastada, como si se hubiesen usado durante mucho tiempo. Gucci lo explica así: "Con un pastiche de diferentes influencias que abarcan décadas, la colección Cruise de 2019 alude a formas y materiales de la vieja escuela. Influenciadas por las clásicas zapatillas de los años setenta, las Screener muestran en los laterales las franjas y el logo Gucci vintage, para ofrecer un aspecto ajado". Ni que decir tiene que en la red mucha gente ha puesto el grito en el cielo por el hecho de que se vendan zapatillas como ésas por un precio tan elevado. Es lo que tiene la red: hagas lo que hagas te crucificarán.
Pero de hecho no es sino un paso más de una tendencia que hace décadas que dura. Cuando en los sesenta y setenta vestíamos tejanos, la zona de las rodillas se desgastaba y llegaba un momento en el que se rasgaba. En general la gente los zurcía y seguía poniéndoselos. Hasta que alguien se le ocurrió que, mejor que zurcidos, los llevaría rasgados, un toque más desenfadado. No tardaron en aparecer a la venta vaqueros que venían ya con los desgarrones de fábrica. Eso nos ha llevado a la actual exhibición pública de rodillas y a pantalones que en algunos casos tienen menos tela que agujeros. Es, una vez más, la impostura. Y en el mundo del automóvil también. En el 2005 visité un concesionario de Jeep pensando que quizá me compraría un Wrangler. Los había rojos, azules, amarillos, negros..., pero me llamó la atención uno que en los laterales mostraba enormes marcas de barro, de esas que quedan cuando conduces por la montaña y te metes en un lodazal. Pregunté qué significaba eso y me dijeron que era una de las variantes más solicitadas. Así, aunque nunca salgas de la ciudad y sólo utilices el Jeep Wrangler para llevar al crío a la escuela, esa carrocería ya pintada de barro te hará quedar como un gran aventurero ante los otros padres.
Quim Monzó a Seré breve
del Magazine de La Vanguardia
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