A Dios Nuestro Señor agradezco haber nacido en una familia que se miraba las bodas a distancia. Por si no bastase, acabé estudiando en el conservatorio de artes suntuarias barcelonés, donde quien más quien menos tenían veleidades artísticas y propensión a la bohemia. Eran los años 60 y 70 y, como hice mis primeras amistades en ese ambiente donde poca gente se casaba, me planté en la madurez habiendo asistido tan sólo a un par de bodas, y por compromisos laborales.
La prensa publica ahora una noticia cautivante. En Badajoz, un señor y una señora se casaron hace unas semanas. Tras la ceremonia, el banquete nupcial. Un centenar de invitados. En medio del ágape, la novia pide a dos de sus primas que la acompañen al baño para ayudarla con su vestido de boda que, al ser voluminoso, no permite hacer pipí con facilidad. Van las tres a la habitación que le han reservado. Pero al entrar ven a dos hombres con un ordenador portátil. Se identifican: "Somos de la Agencia Tributaria. Hemos venido a embargar su boda". Desconcierto, estupefacción. Más tarde, oportunamente requerido, aparece el novio, igualmente desconcertado. No hay ningún problema con la pareja. Nada de investigar regalos o sobres con dinero. El problema que la Tributaria tiene es con la empresa de catering que han contratado, que les debe dinero. Los inspectores quieren que, en vez de pagar a la empresa la cifra acordada, los novios se la den a ellos, para así empezar a paliar la deuda fiscal. Gran cabreo por parte de los contrayentes, que no entienden que no pueden esperar al lunes y se presenten en medio de la boda. Los minutos de interrogatorio pasan. Cuando regresan al comedor ven que se han quedado sin la tarda nupcial. Nada de la típica foto cortándola con un gran cuchillo, nada de brindis con champán y, para más inri, el aire acondicionado está apagado -43 grados de temperatura en el exterior- porque, al haber desaparecido los novios y el encargado del catering, los camareros han decidido quedarse cruzados de brazos. Como guinda aparece en escena la Guardia Civil para que, si alguien se niega a dar sus datos, conste en acta. Un panorama nupcial espléndido en el que sólo falta, para perfilar los detalles, José Luís Cuerda, últimamente muy de actualidad.
¡Menudo bodorrio descuajaringante podrán explicar esos novios a sus nietos! En el caso de que estén dispuestos a prestarles un minuto de atención, claro está.
Quim Monzó, al Seré Breve del Magazine
de La Vanguardia del 07/07/19
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada