Los primatólogos suelen contar cosas asombrosas sobre los grandes simios. Los Fouts hacen honor a ese principio y recuerdan con tanto rigor científico como nostalgia sus años junto a Washoe. Ningún animal puede llegar a utilizar un lenguaje hablado semejante al nuestro, pues carecen de nuestro complejo sistema sonador. Pero la chimpancé y sus descendientes han sido capaces de aprender centenares de palabras y utilizarlas con sus manos. Así logran no solo nombrar las cosas o pedirlas, sino incluso comunicar conceptos y sentimientos. Uno de los recuerdos más emocionantes que cuentan los Fouts es lo que sucedió cuando una científica del instituto sufrió un aborto. Washoe quiso saber qué le había ocurrido, y al explicarle su amiga que había perdido a su bebé, la chimpancé hizo con sus manos el signo de llorar y la abrazó largamente.
Esta historia tan pequeña y a la vez tan enorme, me hace pensar en el comportamiento de algunos de los perros que conozco. He visto a Deva aullando cuando mi hija lloraba y tratando de lamerme las làgrimas. A mis mastines Beethoven y Tosca formando una muralla que me impedía despeñarme en el abismo cuando subíamos juntos al monte. Y a Laia, la antipática chihuahua de mi prima Isabel –que mordía a todo el que se le acercase-, echarse durante horas en la cama junto a nuestra tía Nieves, enferma de gravedad, lamiéndole las manos y apretándose contra su cuerpo. Magníficos seres capaces de compasión, ese don que solemos considerar tan exclusivo de nuestra especie y que, sin embargo, tantos humanos desconocen y tantos animales muestran.
Leo en la prensa las declaracions de los Fouts y veo en internet algunos vídeos sobre la maravillos Washoe. Ha entrado de pleno el verano, y en nuestro país están a punto de celebrarse todas esas atrocidades que tienen por víctimes a decenas de miles de animales no humanos supuestamente irracionales e incapaces de sentir, y por verdugos, a millones de animales humanos, supuestamente racionales, inteligentes, sensibles y compasivos. Las fiestas patronales de buena parte de España. Las corridas de toros, los encierros, los bous embolats o capçallats, el toro de Coria y el de Tordesillas, y también los burros, los cerdos, los patos, las cabras, los gallos o los pavos, toda una multitud de seres vivos torturados y ejecutados mientras el gentío ríe y aplaude. Sin la menor compasión. Y no puedo evitar recordar estas palabras de la gran primatòloga Jane Goodall, que ha vivido durante dècades con los chimpancés en las selvas de África: “No existe una linea divisòria que nos separe del resto del reino animal”.
Potser si que hauria d'existir una línia divisòria entre "els altres animals" i els humans, doncs no crec que la resta d'animals vulguin assemblar-se massa a nosaltres...
ResponEliminaAmb el meu cor, jo pense que no soc un animal diferent de la resta dels nostres germans d'especie. Tinc la neccessitat de menjar, de fer de cos, de beure, d'explorar i de aprendre tots els dies, Per suposte de perpetuar l'especie.
ResponEliminaDoncs a mi m'agrada pensar que la nostra alta capacitat comunicativa i d'intel·ligència en relació a la resta d'espècies podria donar exemple de sensibilitat, empatia i respecte ... :(
ResponEliminagràcies per la visita, Fae!!
Si lo utilizasemos para empatizar, para respetar y para tener sensibilidad.... otro gallo cantaría.
ResponEliminaEs cruel y es triste como no comprende tanta gente cuánto sufren esos animales.
... y nosotros somos los civilizad@s... :(
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