La moda de hacerse selfies constantemente y en todas partes hace que el número de sus detractores aumente día a día. Se publican artículos analizando el egocentrismo que yace en esa costumbre, y por la tele pasan reportajes explicándonos, por si no lo hubiésemos oído tropecientas mil veces, que la gente no observa ya el mundo que le rodea sino las imágenes que, del mundo que le rodea, capta su móvil. Con el dueño del móvil de protagonista central y, al fondo, los monumentos que supuestamente les interesan. Pero mucho antes de que existiesen, las hordas de turistas japoneses paseaban por las ciudades europeas contemplándolas a través de las enromes cámaras que entonces llevaban colgadas del cuello. Nunca directamente, a través de sus ojos; pero al menos no ocupaban ellos el 75 por ciento de la imagen, como pasa ahora.
Ahora los selfiefobos tienen un argumento más que echar a la cara de quien les lleva la contraria. Por culpa de los selfies aumenta el contagio de piojos entre la juventud. Eso lo digo yo y la gente respondería: "Menuda memez". Pero, ojo, quien lo dice es el Instituto de Salud Pública y Medio Ambiente de los Países Bajos y por eso todos asienten. En la web del canal de tele RTL, la especialista en parásitos Desiree Beaujan declara: "Creo que el motivo es el comportamiento de los estudiantes de secundaria. Cuando se hacen selfies, se abrazan mucho, y el pelo de unos entra en contacto con el de otros. Eso permite que los insectos pasen de cabeza en cabeza". En Holanda, el número de jóvenes piojosos ha aumentado espectacularmente y llega ya al 28% de los alumnos de primaria.
Si ese argumento no basta para amedrentar a los selfiefilos, puede darse un paso más. Hace unos días apareció en Youtube un vídeo de un chico con camiseta negra que se pasea por las calles de Nueva York con un napoleón. esas tijeras enormes que se utilizan para cortar candados y cadenas de motos y bicicletas, para robarlas. Se acerca a las personas que llevan el palo de selfie desplegado y están a punto de hacerse una foto, aplica la boca del napoleón al palo y lo parte, de modo que el que iba a hacerse la foto se queda con medio palo en la mano, y el otro medio (más el móvil) cae al suelo. El video se titula Selfie Stick Clipper y, a pesar de que parece un fake y que los asaltados están en el ajo, contemplarlo es una gozada que sólo espera a que alguien se decida a llevarlo a cabo realmente.
Quim Monzó, a Seré Breve del Magazine
de La Vanguardia del 02/10/16
Ja m’imagino en Ciutadà K amb unes tisores de podar
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