En Alemania, un supermercado decidió sacar partido a la situación. La cosa empezó en broma, cuando unos clientes se quejaron del calor extremo y le dijeron al dueño que les dejase pasar un rato en la cámara frigorífica. Se trata del supermercado Koch, de Friedberg, a 30 kilómetros de Frankfurt. Medio por seguirles la broma, el dueño aceptó la propuesta. Colocó dentro de la cámara un par de tumbonas de esas de camping. En la puerta del establecimiento puso un cartel con los precios: "Oferta: 2 minutos, 3 euros; 5 minutos, 5 euros". Es una oferta razonable, al estilo de los habituales. Pagando los minutos de frescor de dos en dos, cinco minutos te saldrían por 7,5 euros. Si compras los cinco a la vez, te ahorras dos euros y medio. No sé si aún mantienen la propuesta, incluida la posibilidad premium de meterte en el congelador por la que, según parece, nadie opta.
Para los que vivimos lejos de esa ciudad, durante este agosta infernal uno de los remedios ha sido ir hasta el frigorífico, abrirlo, buscar algo y, fingiendo que no acabas de decidirte, mantener la puerta abierta para disfrutar del frío interior. Ningún agosto habíamos tardado tanto en decidirnos, recordando aquella secuencia de La tentación vive arriba en la que Marilyn Monroe le explica a su vecino, que está de rodríguez, cómo combate ella el calor: metiendo su ropa interior en la nevera. Así, cuando se la pone está fresquita. La cara del vecino cuando escucha cómo la Monroe le explica su técnica para refrescarse es la misma que pusimos todos cuando vimos la peli. Tantas décadas después y aún no la he puesto en práctica,por cierto, ni siquiera este agosto. Claro que yo no soy Marilyn Monroe precisamente y por eso no hace tanta ilusión.
Quim Monzó a Seré Breve en el
Magazine de La Vanguardia
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