
Y de hecho la gente lee. Lee y escribe más que nunca. En el ordenador y el móvil, pero, leer, leen. Pero lo que los incentivadores quieren es que se lean libros. A mí, por la cuenta que me trae, me parece bien, siempre que no recurran al sonsonete de 'el placer de la lectura', porque hay libros que, más que placer, provocan diarrea y convendría hablar de 'el disgusto de la lectura'.
A lo que íbamos. El próximo 3 de diciembre lanzarán desde Cabo Cañaveral un cohete especial con libros. Va destinado a un astronauta, Scott Kelly, que lleva en órbita desde marzo y, cada tanto, envía desde su cuenta de Twitter fotografías de la Tierra. Son preciosas. ¿Se aburre ya de las fotos y quiere un poco de lectura? No es exactamente así. Sucede que, una vez más, para 'incentivar la lectura' entre los chicos (y, en este caso, además, el interés por la ciencia), leerá libros desde la estación espacial. Es parte de un programa que hace años que está en marcha: Story Time from Space. El astronauta lee, una cámara lo graba, lo cuelgan on line y los niños terráqueos se conectan a internet y lo escuchan. '¡Genial!¡Mira, mamá, estoy escuchando un libro que un señor lee desde el espacio!'.

Quim Monzó, a Seré Breve de el Magazine
de La Vanguardia del 15/11/15
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