dilluns, 2 de juliol del 2018

LA ESQUELA


Resultat d'imatges de esquela kahtleen dehmlowEn pocas semanas se ha convertido en una de las esquelas más comentadas de la historia. Aparece en el periódico de la ciudad de Redwood Falls, en Minnesota, y en las webs de obituarios que la gente visita para enterarse de quien se ha muerto. Qué tiempos aquellos en los que, al llegar a cierta edad, uno visitaba las páginas de necrológicas de la prensa, a ver si algún conocido había pasado a mejor vida y entristecerse o alegrarse según el tipo hubiese sido en vida una buena persona o un cabroncete. Ahora, incluso eso cierta gente lo busca directamente por internet, en EnMemoria.com, por ejemplo.

Al principio, la esquela en cuestión está redactada con el protocolo habitual, pero poco a poco surge la sorpresa: "Kathleen Dehmlow (de soltera, Schunk) nació el 19 de marzo de 1938, hija de Jospeh y Gertrude Schunk, del municipio de Wabasso. En 1957 se casó con Dennis Dehmlow en la iglesia de Santa Ana, y tuvos dos hijos, Gina y Jay. En 1962 quedó embarazada del hermano de su marido, Lyle Dehmlow, y se mudó a California. Abandonó a sus hijos, Gina y Jay, que fueron criados por sus abuelos, el señor y la señora Schunk, en el pueblo de Clements. Falleció el 31 de mayo del 2018 en Springfield y ahora se enfrentará al juicio [divino, supongo]. Gina y Jay no la echarán de menos. Sin ella, este mundo es un lugar mejor."

No se puede retrata mejor un desgarro emocional como ese. El odio de los hijo abandonados queda plasmado en esas pocas palabras. He conocido a algunas personas que crecieron después de que uno de sus progenitores tomase las de Villadiego. Una es una mujer cuya madre se lió con un señor cuando ella aún era chica. Se largó con él, y la crió su padre. Cuando al cabo de los años volvió para intentar restablecer el vínculo, la niña ya era una muchacha y la envió a freír espárragos. También siendo niñas, dos hermanas que conozco vieron como un día su padre desaparecía, dejándolas a cargo de su madre, que tuvo que arremangarse y ponerse a trabajar. Cuando, años más tarde, el hombre regresó e intentó recomponer el vínculo, sucedió lo mismo que en el caso anterior: lo enviaron a cagar a la vía. En estos dos casos, los progenitores desaparecidos aún están vivos. Compraría palomitas a la espera de ver, cuando mueran, qué esquelas les dedican sus hijas, pero igual deciden que no merecen ni el esfuerzo que comporta redactar una esquela así de sabrosona.

Quim Monzó, a Seré Breve del Magazine 
de La Vanguardia del 01/07/18