En este disco se llega a la culminación de lo que Thom Yorke ha estado practicando desde los albores de la banda: sus discos exigen calma y atención, es decir, dos características cada vez más exótica entre el aficionado del pop y del rock. La obra, que hasta dentro de unas semanas sólo es accesible a través del comercio virtual, comienza con unas señales de por donde van a ir los tiros: una introducción pianística a la manera de Philip Glass, que se interrumpe por unas interferencias antes de que aparezcan unas cascadas de sonidos y ritmos desacompasados. La impresión es fugaz, y a lo largo del resto del álbum regresa la manera de hacer de la casa. Porque, claro, nunca se debe olvidar que un grupo como Radiohead, convertidos en héroes de culto capaces de llenar enormes estadios deportivos, no habría llegado a donde hoy se encuentra si únicamente se hubiese dedicado a crear paisajes vanguardistas.
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Las canciones contenidas en esta obra ocupan un terreno emocional que Yorke y sus colegas han logrado hacer suyo mientras -y esto es innegable- otras bandas han fracasado lastimosamente en el intento. Se echa en falta, en este momento donde la maestría del grupo parece fuera de dudas, que en un álbum como el que nos atañe Radiohead no haya mostrado nada que cause sorpresa. La banda atesora con justicia la condición de forjadores de maravillas en un mercado dominado por el mainstream musical, y es de hecho donde se podría enmarcar una relativa decepción. Se puede recordar que en discos pretéritos como The Bends, OK Computer y Kid A la búsqueda de una nueva senda radical aparecía como el principal objetivo. Pero desde que la banda se ha asentado en un sonido propio y reconocible -letras abstractas, vagos ecos electrónicos, rítmicas complejas-, esas bruscas llamaradas han desaparecido. En el 2007 apareció su hasta ahora último disco In rainbows, una obra cumbre en la que aparecía un toque humano en todo el edificio y las melodías se llenaron de alma. El segundo paso hacia ese encuentro con el oyente normal se llama The King of limbs, un movimiento que les sitúa en un engranaje creativo que cada vez tiene más que ver con esa comercialidad que denostaban.
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Esteban Linés
La Vanguardia 27/02/11
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2 comentaris:
escuche un poco el otro día y me pareció buenísimo!
sí, es bueno, pero de difícil entrada ... in rainbows era más fàcil ... necesita digestión
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