Ya tenemos juguete nuevo: el nesting. Dar con una palabra en inglés es básico para que algo se ponga de moda. Si no, no mola. El nesting (de nest, nido) consiste en quedarse en casa y salir poco, sobre todo los fines de semana. El diario en el que descubro esa supuesta novedad lo titula así: "Atrincharse entre las cuatro paredes de su morada ya no es de muermos, sino la última tendencia". ¿Y para qué quiere uno atrincherarse en casa? Pues porque en casa puedes relajarte y olvidarte de las preocupaciones. Eso es lo que dicen, pero yo, que salgo poco, ni en ella dejo de preocuparse por todo.
Sus defensores proclaman que buscar momentos para uno mismo es bueno, y dedicarlos a tareas del hogar. La cocina "es una herramienta terapéutica popular en países como Estados Unidos o Reino Unido". Sobre todo la repostería. Aunque también "leer una buena novela", que además reduce el riesgo de demencia. También dedicarse a las plantas. O aburrirse, una actividad que te proporciona altruismo y empatía.
Ya me perdonarán, pero me parece una chorrada. Hasta que llegué a la denominada madurez, un servidor se pasaba día y noche fuera de casa, de una lugar (por no decir bar o discoteca) a otro. Con el paso de los años y la pérdida de energía, cada vez salgo menos. Lo decía Ronald Reagan, el presidente de Estados Unidos al que Trump va camino deconvertir en menos terrorífico de lo que parecía: "Sabes que te estás haciendo mayor cuando, ante la posibilidad de caer en dos tentaciones, optas por la que hará que llegues a casa a las 9 y media de la noche".
Y otra cosa. ¿Nadie recuerda hasta qué punto nos bombardearon con la moda del cocooning durante los años ochenta? Cocooning: de cocoon, que significa capullo (no en el sentido peyorativo) y, a la vez, protegerse. Nos explicaban entonces que consistía en tener poca vida social y quedarse en casa, porque el mundo más allá de tus paredes te interesa poco. Entonces, ¿cuál es la gran diferencia entre nesting y cocooning? ¿La franja de edad? En absoluto, porque en los ochenta, a raíz de la película Cocoon (y, antes, La mujer zurda de Peter Handke), la tendencia se puso de moda y muchos jóvenes se dedicaron a ella con pasión, aunque de hecho ambas películas tuviesen poco que ver con el cocooning. Cada tantos años desempolvan una vieja moto, la repintant, le cambian el nombre y nos la vuelven a vender como la gran novedad. Y si cuela, cuela.
Quim Monzó a Seré Breve
al Magazine de La Vanguardia
2 comentaris:
Hola chicos!
Creo que el post que habéis publicado ha sido obtenido de nuestro blog. ¿Creéis que podéis hacer referencia a la fuente original? :)
Gracias!
Hola,
lo único obtenido de vuestro blog es la foto, el texto es del escritor y comentarista Quim Monzó. Ya hemos retirado vuestra foto.
¡Gracias por alertarnos!
¡Gracias por la visita!
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