Las pasiones vivientes son representaciones teatrales de
la vida, muerte y resurección de Jesucristo que se dan en muchos países de
Europa y de Sudamérica, generalmente en Semana Santa. En Brasil, este año, una
de esas representaciones acabó fatal cuando el actor que interpretaba el papel
de Judas se ahorcó durante la escena en la que este, arrepentido por haber
traicionado a Jesucristo, se pone una soga alrededor del cuello, tal como se
refiere en el Evangelio de San Mateo. La
tragedia se produjo el día de Viernes Santo. Aparentemente, todo iba como una
seda hasta que los demás actores empezaron a notar que pasaba algo raro y
bajaron a Judas de la cuerda. Había estado cuatro minutos realmente ahorcado,
lo que, al faltarle el oxígeno, le produjo una hipoxia cerebral. Lo llevaron a
un hospital, donde estuvo en coma casi tres semanas, tras las que murió.
Según la policía hubo dos problemas. Uno: el lazo de la
soga no estaba bien hecho; es decir: de forma que el actor pudiese fingir que
se ahorcaba sin realmente ahorcarse. Dos: el arnés. Al fingir el ahorcamiento,
los actores llevan, bajo la túnica, un arnés para que, si el lazo del cuello no
está hecho de forma correcta, mantenga al actor a una altura que le impida
asfixiarse realmente. Pero, en esta ocasión, sucedió que –supuestamente-el
actor sabía como colocarse el arnés, por lo que nadie comprobó que lo hubiese
hecho adecuadamente.
El papel de Judas es el más peligroso de todos los de las
pasiones vivientes. Hace doce años, también en Semana Santa, en una que se
celebró en Italia –en Camerata Nuova, un pueblo a unos 75 kilómetros de Roma-,
un muchacho de 23 años interpretaba el papel de Judas. Llegó esa misma escena en
la que se suicida por haber traicionado al Jesucristo y el muchacho se colgó
del árbol perceptivo. Para su desgracia
–y la de sus padres, que contemplaban la representación-, el lazo estaba
demasiado apretado, o al menos eso fue lo que dijo la policía. Lo llevaron al
hospital, pero tampoco pudieron salvarlo.
Visto todo lo cual, se imponeun cambio de método de
suicidio para los Judas de las pasiones vivientes. Está claro que lo de
ahorcarse es demasiado peligroso. Vale que el Evangelio diga que Judas se colgó
de un árbol, pero con el tiempo todo cambia y ni siquiera los vestidos que usan
los actores de las pasiones se corresponden con los que vestía la gente en la
Palestina de hace dos mil años, sino con la imagen que la pintura y el cine nos
han dado de ellos, haciéndonos creer que realmente eran esos. Y todo, por el
miedo a los anacronismos. A mí me encantaría que, en una pasión viviente, Judas
sacase una pistola de fogueo y se disparase en la sien. Denle el puesto de
director de escena a Calixto Bieito y no sólo sacará a todos los apóstoles
vestidos con trajes de Armani sino que además Judas se suicidirá chocando
suavemente su Lamborghini de atrezzo contra el decoro de cartón piedra de un
rascacielos de Santiago Calatrava. Que se ahorcase Judas es una cosa, y otra
muy diferente que ahora mueran ahorcados los actores que interpretan su papel
Quim Monzó a Seré
Breve
de El Magazine de La Vanguardia de
20/05/12
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