No había una palabra para designar el
planeta Tierra en la antigüedad, puesto que no sabían que existía tal cosa. La
humanidad tardaría muchos siglos en descubrir la verdadera forma y la
naturaleza de su lugar en el universo. Para los romanos, terra no incluía el
mar; por otro lado, mundus también significaba cosmos. De modo que, hasta la edad
media, terra se refería a uno de los elementos aristotélicos, al que pisamos,
o, en todo caso, un país, por ejemplo terra sancta. Los antiguos mapas o
estaban equivocados, como el de Ptolomeo, o distorsionados e incompletos. El
del géologo flamenco Mercator (1569) fue el primero con el que uno podía guiarse
por la vida real. Tuvo mucho éxito entre los marineros. Pero la información que
les proporcionaba era poco más que el rumbo que tomar, ya que los tamaños, las
distancias y las formas no eran de fiar. Algo parecido pasa ahora con Google
Maps. Y es que un mapa no es más que una representación de la realidad, como
los planos del metro.
Mapa, o map en inglés, es la abreviación
de mapa mundi (mapa del mundo), tomada del latín mappa mundi, donde mappa es
pañuelo, servilleta, por el lienzo que se empleaba antiguamente para hacer
mapas. Decía Quintiliano que era de origren púnico.
Mercator fue también el primero en
asociar los mapas con el titán Atlas y puso un dibujo de él en la portada de su
libro. Desde entonces, un atlas es una ‘colección de mapas, geográficos en un
volumen’.
John W. Wilkinson
A Globish del Magazine
de La
Vanguardia del 03/03/13
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