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THIS IS IT (THE KING OF POP)
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This is it: sí, eso es, eso mismo, la Cosa misma.
Y es algo que ocurre, aquí y ahora, llega, se anuncia. Aquí estoy, dice: heme aquí, proclama hablando de sí misma; aquí estoy como la Cosa en persona, como la Cosa en efecto, efectivamente.
This is it, canta Michael Jackson en su última canción, que es también el primero de una larga serie de títulos póstumos por venir. Oímos primero la voz del Rey del Pop preguntando si todo el mundo está preparado, ready?, que a continuación cuenta hasta cuatro, one, two, three, four, y entonces entra el piano: This is it, here I stand...
Eso es, ahí está, el Rey del Pop.
Eso es, ahí está, la Cosa.
Ecce homo, ecce res.
La Cosa es la canción que acaba de empezar diciendo que es eso, this is it, esa canción es lo que es. Sin embargo, eso, el acontecer de la Cosa, es también, de modo inmediato, el erigirse de alguien, de un Yo soberano, que se pone en pie, here I stand, ante nosotros, ante nuestros ojos. Y quedamos deslumbrados, parpadeamos en la fulgurante claridad que nos inunda, encontramos los párpados para intentar ver en ese escenario, en el halo de un aura cegadora, eso o ese, homo o res, que se erige y va creciendo hasta confundirse con un amor infinito; yo soy la luz del mundo, anuncia él, anuncia ella; I’m the light of the world, dice la Cosa; me siento estupendamente, dice el Rey, grandioso o glorioso, I feel grand, y esa gloria que siento es la gloria del amor, it is love I can feel.
Ciertamente, Michael Jackson ya fue el primero en protestar por anticipado: tras confesar a Oprah Winfrey, durante una entrevista televisada en febrero de 1993, que le gustaba mucho ayudar a los niños y que intentaba imitar a Jesucristo, I try to imitate Jesus, consideró oportuno tranquilizar a su interlocutora y a los innumerables espectadores. No estoy diciendo que sea Jesucristo, insistió, I am not saying I am Jesus, no digo eso, I’m not saying that.
No importa mucho, en el fondo, que estemos aquí ante unas negaciones. Porque en lo que debemos fijarnos no es en lo que haya podido pensar y decir, sinceramente o no, Michael Jackson en persona; sino más bien en lo que quedarà inscrito en y como un gran texto musical, visual y multimediático. Atendemos a esa fábula llamada Michael, como lo llamaban sus fans, y no Michael Jackson. Percibimos, incluso en algunos de sus detalles más kitsch o más pop, la figura crística cuya muerte, según se dice, fue más comentada en internet que la del papa Juan Pablo II.
Michael J., por lo tanto como Jesús.
El caso es que semejante cristologia, sí, eso es, this is it, una pasión pop ejemplar como la suya, vendría a ser también el himno planetario oculto, por más que desplegado ante nuestros ojos, de otra religión: la del capital y de su culto globalizado.
Y es algo que ocurre, aquí y ahora, llega, se anuncia. Aquí estoy, dice: heme aquí, proclama hablando de sí misma; aquí estoy como la Cosa en persona, como la Cosa en efecto, efectivamente.
This is it, canta Michael Jackson en su última canción, que es también el primero de una larga serie de títulos póstumos por venir. Oímos primero la voz del Rey del Pop preguntando si todo el mundo está preparado, ready?, que a continuación cuenta hasta cuatro, one, two, three, four, y entonces entra el piano: This is it, here I stand...
Eso es, ahí está, el Rey del Pop.
Eso es, ahí está, la Cosa.
Ecce homo, ecce res.
La Cosa es la canción que acaba de empezar diciendo que es eso, this is it, esa canción es lo que es. Sin embargo, eso, el acontecer de la Cosa, es también, de modo inmediato, el erigirse de alguien, de un Yo soberano, que se pone en pie, here I stand, ante nosotros, ante nuestros ojos. Y quedamos deslumbrados, parpadeamos en la fulgurante claridad que nos inunda, encontramos los párpados para intentar ver en ese escenario, en el halo de un aura cegadora, eso o ese, homo o res, que se erige y va creciendo hasta confundirse con un amor infinito; yo soy la luz del mundo, anuncia él, anuncia ella; I’m the light of the world, dice la Cosa; me siento estupendamente, dice el Rey, grandioso o glorioso, I feel grand, y esa gloria que siento es la gloria del amor, it is love I can feel.
Ciertamente, Michael Jackson ya fue el primero en protestar por anticipado: tras confesar a Oprah Winfrey, durante una entrevista televisada en febrero de 1993, que le gustaba mucho ayudar a los niños y que intentaba imitar a Jesucristo, I try to imitate Jesus, consideró oportuno tranquilizar a su interlocutora y a los innumerables espectadores. No estoy diciendo que sea Jesucristo, insistió, I am not saying I am Jesus, no digo eso, I’m not saying that.
No importa mucho, en el fondo, que estemos aquí ante unas negaciones. Porque en lo que debemos fijarnos no es en lo que haya podido pensar y decir, sinceramente o no, Michael Jackson en persona; sino más bien en lo que quedarà inscrito en y como un gran texto musical, visual y multimediático. Atendemos a esa fábula llamada Michael, como lo llamaban sus fans, y no Michael Jackson. Percibimos, incluso en algunos de sus detalles más kitsch o más pop, la figura crística cuya muerte, según se dice, fue más comentada en internet que la del papa Juan Pablo II.
Michael J., por lo tanto como Jesús.
El caso es que semejante cristologia, sí, eso es, this is it, una pasión pop ejemplar como la suya, vendría a ser también el himno planetario oculto, por más que desplegado ante nuestros ojos, de otra religión: la del capital y de su culto globalizado.
Peter Szendy
(part d’una conferencia a
l’Arts Santa Mònica-BCN, el 15/12/09)
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